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Editado en Bogotá D.C.
The World Health Report 2000
Desde 1978, cuando se formulara la estrategia de atención primaria para lograr "Salud para Todos en el año 2000", durante la conferencia internacional de Alma-Ata, (Kazakhstan, antes U.R.S.S.), que fuera auspiciada conjuntamente por la Organización Mundial de la Salud y UNICEF, no se marcaba un hito tan importante en política sanitaria internacional, hasta ahora con la publicación del World Health Report 2000.
En Alma Ata se adoptó la estrategia de Atención Primaria como forma práctica y costeable de alcanzar la cobertura universal de los sistemas de salud, de garantizar la accesibilidad a los servicios de las poblaciones más pobres y marginadas, con una serie de acciones costo-efectivas capaces de controlar la alta morbilidad y mortalidad ocasinada por enfermedades prevenibles.
Detrás de esta estrategia están dos conceptos básicos: prevalencia y acciones de bajo costo. La atención primaria fué de esta forma un camino efectivo para controlar las enfermedades prevenibles y mejorar en conjunto las condiciones de salud de la población.
Sin embargo, su misma concepción trae implícita la prioridad de las políticas del Estado y el desprecio por las necesidades particulares de atención médica de los individuos, necesidad y demanda sentida relegadas a segundo plano en las prioridades financieras de los Estados, o garantizadas únicamente para las clases medias trabajadores mediante el desarrollo paralelo de la seguridad social.
The World Healt Report 2000 señala sobre esta estrategia: "El término "primaria" rápidamente adquirió una variedad de connotaciones técnicas y políticas. La multiplicidad de significados y las permanentes contradicciones en la formulación de políticas explican por qué no hay un modelo de atención primaria y por qué ha sido difícil replicar las experiencias exitosas de los países que mostraron las primeras evidencias de que a un costo manjeable conseguían una sustancial mejoría del estado de salud".
"A pesar de estos esfuerzos, muchos de estos programas fueron considerados al menos parcialmente fallidos. La financiación fué inadecuada; el entrenamienrto de los trabajadores y su equipo resultaron insuficientes para los problemas que debían confrontar; y la calidad de atención fué a menudo tan pobre que podía ser caracterizada como "primitiva", mas que como "primaria", particularmente cuando la atención primaria fué limitada a los pobres y provista como su único servicio."
The Worl Health Report Report 2000 señala ahora un nuevo camino, donde "...los sistemas de salud tienen no sólo la responsabilidad de mejorar la salud de la población, sino también de proteger a todos los ciudadanos contra el riesgo financiero que implica la atención de la enfermedad y tratarlos con dignidad". Tal parece que el repetitivo y estúpido dilema de trabajar en la salud o en la enfermedad ha sido finalmente mandado a recoger y que en el futuro los técnicos no podrán seguir señalando qué es lo que le conviene a la gente, y despreciando al tiempo sus expectativas y necesidades.
La buena gestión de salud de un gobierno ya no sera medida sólo en función de la disminución de las enfermedades prevenibles o la cobertura en atención básica, objetivos considerados intermedios y no finales en la nueva aproximación.. Los resultados de un buen sistema de salud deben ser ahora objetivos finales: 1) el incremento de los años de vida saludables y sin discapacidad, teniendo en cuenta que no haya diferencias por niveles socioeconómicos. 2) El respeto al usuario y sus derechos, que incluye respeto a la dignidad del paciente, confidencialidad, autonomía, la atención oportuna, adecuadas condiciones de servicio u hoteleria, acceso a apoyo social y sicológico y libertad de elección del prestador, también evaluando la diferencia en los derechos del paciente por niveles socioeconómicos 3) los mecanismos de financiamiento de los Sistemas de Salud y su capacidad de distribuir los riesgos y de generar equidad o subsidios cruzados entre quienes tienen capacidad de pago y quienes no la tienen.
A partir de ahora podremos, con muchos más argumentos y respaldo, enfrentar a quienes continúen pretendiendo, con presuntas razones de ciencia, conveniencia y prioridad para la población o para el Estado, sostener las grandes diferencias entre el amplio plan de beneficios aprobado para unos ciudadanos y el pobre plan costo-efectivo normado para otros ciudadanos, los pobres. Igualmente nos permitirá cuestionar con mas fortaleza la inequidad de los regímenes especiales que subsisten en el país, comenzando por el del Congreso de la República.