ETICA Y JUSTICIA SOCIAL
EN EL PENSAMIENTO DE JOHN RAWLS Y AMARTYA SEN
Por: Alvaro Cardona*
Estos últimos años del milenio se han caracterizado por una espectacular escalada de las dificultades que afrontan las poblaciones más pobres de la mayoría de los países del mundo. Parece irrebatible que la calidad de vida de muchos millones de pobladores ha sufrido una merma considerable, poniendo en entredicho el modelo económico y social que se ha venido aplicando en aquellos países.
Hoy es bien extendida la percepción de que el modelo neoliberal, que ha extremado la participación de los mecanismos del marcado en la organización de las acciones sociales (desplazando de contera la importancia de la orientación estatal), ha profundizado la inequidad y ha sumido en la pobreza a millones de personas. Todo pareciera sugerir que las fuerzas del mercado por si solas no garantizan una equitativa distribución de los excedentes alcanzados mediante el esfuerzo de la sociedad y por tanto carecen de posibilidades de dar respuesta adecuada a las necesidades de todos sus miembros.
En este contexto de dificultades han surgido propuestas que enfatizan la necesidad de asumir fundamentaciones éticas para la organización de sociedades justas y estables, según expresión bien conocida de John Rawls, quien es uno de los más reconocidos teóricos de una corriente de pensamiento que busca lograr el bienestar colectivo sin que sea sacrificada la libertad individual.
Para Rawls cada miembro de la sociedad tiene una inviolabilidad fundada en la justicia o, como dicen algunos, en un derecho natural, el cual no puede ser anulado ni siquiera por el bienestar de cada uno de los demás. La justicia niega que la perdida de la libertad para algunos se convierta en correcta por el hecho de que un bien mayor sea así compartido por otros. El razonamiento que pondera las perdidas y ganancias de diferentes personas como si fuesen una sola queda excluido. Por tanto, en una sociedad justa, las libertades básicas se dan por garantizadas, y los derechos, asegurados por la justicia, no están sujetos al regateo político ni al calculo de intereses sociales(1).
Pero esa condición de inviolabilidad de cada miembro de la sociedad debe encontrarse en medio de sociedades que como las de nuestro tiempo están profundamente divididas por ideas religiosas, políticas y filosóficas. La solución que plantea Rawls es la adopción de unas ideas razonables (en contraposición a verdaderas) que puedan ser aceptadas por todos los seguidores de una u otra forma particular y comprensiva de pensamiento. Lo que implica que sean unos criterios éticos mínimos los que constituyan la base sobre la cual los distintos miembros de la sociedad organicen la cooperación. "Los individuos implicados en esta búsqueda estarán por lo tanto sometidos a unas condiciones razonables que tienen origen en una visión política sustraida a las concepciones particulares y comprensivas, y situadas imparcialmente frente a ellas"(2).
Rawls establecería entonces la necesidad de que haya unos principios mínimos de justicia social que significarían una especie de base común para la satisfacción de las necesidades básicas de todas las personas. Una vez garantizada esta base común, que colocaría a todos los miembros de la sociedad en igualdad de posibilidades para competir, entonces si seria aceptable admitir el despliegue total de las capacidades individuales para buscar la realización libre de sus propicias aspiraciones.
El establecimiento de esos principios mínimos de justicia social solo será posible si la sociedad concuerda en aceptar que hay que anteponer valores éticos relacionados con el bienestar colectivo a cualquier idea de competencia en que se quieran satisfacer los propios intereses. Rawls plantea que lo central de su teoría de la justicia son los principios que las personas libres y racionales interesadas en promover sus propios intereses aceptarían en una posición inicial de igualdad como definitorios de los términos fundamentales de su asociación(3). Esta posición inicial de igualdad se corresponde con su concepto de estructura básica de la sociedad como objeto primario de la justicia.
Como puede percibirse, en el sistema teórico elaborado por Rawls el concepto moral esta en el centro de la elaboración de los principios de justicia en cuyo proceso de definición deben participar todos los miembros de la sociedad como sujetos libres y autónomos. A través de un discurso organizador, el profesor Rawls va poniendo cartas transparentes sobre la mesa: afirma tácitamente que ni la política, ni la economía, en si mismas y por si solas, producirán una sociedad estable que garantice plenamente el respeto a la dignidad humana. Esto mismo, en otras palabras, equivale a decir, que si se desea constituir una sociedad como sistema equitativo de cooperación social, debemos recurrir a la esfera de la ética que esta por fuera de las esferas de lo político y lo económico, para determinar allí unos principios que puedan servir como ideas orientadoras, las cuales, una vez aceptadas por los ciudadanos, contribuyan a producir resultados benignos, es decir, relaciones razonables-racionales-dialogicas y reciprocas(4).
Según Rawls, el objeto primario de la justicia es la estructura básica de la sociedad o, más exactamente, el modo en que las instituciones sociales más importantes distribuyen los derechos y deberes fundamentales y determinan la división de las ventajas provenientes de la cooperación social(5). Repitámoslo: la propuesta de Rawls es que se definan unas condiciones básicas en que debe desempeñarse todo individuo en la sociedad, y a partir de las cuales pueda luego desplegar con toda libertad su iniciativa para satisfacer sus propios intereses egoístas. Esas condiciones básicas acordadas funcionarán como un limite a las pretensiones de cada quien de satisfacer sus propios deseos.
La preocupación de Rawls es evitar sociedades en las que las diferencias sean injustas, y no la estructuración de sociedades igualitarias, lo que deja claro en que espacios ideológicos se mueve su elaboración teórica como propuesta de resolución del conflicto sociedad-individuo. Doctrinariamente, el liberalismo político (la propuesta de Rawls) constituirá una versión corregida del liberalismo individualista, construcción aquella que pretende no solo la protección de los derechos individuales de la libertad, sino los derechos a disponer de un mínimo económico y social, derechos de igualdad de oportunidades(6).
Rawls se adelante por si mismo a establecer los contrastes existentes entre su concepción de justicia y los postulados clásicos de las doctrinas utilitaristas, resumiéndolos así: En los contrastes entre el utilitarismo clásico y la justicia como imparcialidad está implícita una diferencia en las concepciones subyacentes de la sociedad. En la primera, pensamos en una sociedad bien ordenada como un esquema de cooperación para ventajas mutuas, regulado por principios que las personas escogerían en una situación inicial que fuera equitativa; en la otra, se piensa en una administración eficiente de recursos sociales para maximizar la satisfacción de un sistema de deseos construidos por el espectador imparcial a partir de muchos sistemas individuales de deseos aceptados como dados(7).
Los conceptos de justicia y de estructura básica de la sociedad desarrollados por Rawls han creado un nuevo espacio de discernimiento teórico con base en los cuales cabe pensar las decisiones sociales que deben adoptarse hoy en día en relacion con temas tan importantes para la calidad de vida de la población como las políticas de empleo, de vivienda, de educación, de salud pública y de seguridad social. Cuales serian las condiciones que podrían aceptarse consensualmente como razonables, en relación con la calidad de vida que propicien el bienestar de todos los ciudadanos?. Cuales serian los principios que todos los miembros de la sociedad estarían dispuestos a aceptar en relación con estos temas, y a los cuales aceptarían someterse en el futuro, independientemente de sus particulares condiciones sociales, económicas y políticas?.
Rawls dirá que Los dos principios más importantes, a este respecto, son los siguientes: a) cada persona tiene el mismo derecho que las demás al más amplio esquema de las mismas libertades básicas, compatible con un similar esquema de libertades para todos; b) las desigualdades sociales y económicas son permisibles siempre y cuando se regule que i) los mayores beneficios se otorguen a los menos privilegiados, y ii) las posiciones, los cargos y los puestos estén abiertos para todos, en condiciones de justa igualdad de oportunidades(8). Y anota luego lo siguiente: Los dos principios expresan la idea de que nadie debe tener menos de lo que recibiría en una división equitativa de los bienes primarios, y la idea de que, cuando lo fructífero de la cooperación social permite una mejora general, entonces las desigualdades existentes deben funcionar en beneficio de aquellos cuya posición ha mejorado menos, tomando la redistribución igualitaria como el punto de partida(9).
En conexión con las anteriores preocupaciones teóricas de Rawls, pueden destacarse también las aportaciones hechas por Amartya Sen. Este autor, premio Nobel de Economía en 1998, ha realizado su trabajo teórico alrededor de la preocupación por la relación que debiera mantener la economía con la reflexión ética. El núcleo articulador de su argumentación es que los modelos que ha elaborado la economía se han hecho sobre una base falsa: asumir que las personas siempre se comportan egoístamente, sin que medie nunca alguna consideración ética. El resultado, según Sen, es que estos modelos no pueden reflejar adecuadamente la realidad y por eso han generado resultados críticos para la sociedad.
Sen reconoce que aún sin haber incorporado la reflexión ética, el pensamiento económico ha hecho importantes aportes técnicos para la comprensión de problemas complejos de la sociedad, pero asume que si la economía incorporara la idea ética sus aportes serian de mayor dimensión, al tiempo que también el pensamiento ético se vería favorecido por los aportes de la economía.
Dice Sen: Mantendré que la naturaleza de la economía moderna se ha visto empobrecida sustancialmente por el distanciamiento que existe entre la economía y la ética y trataré de analizar la naturaleza del daño, y el desafío que plantea. Pero, para no ser malinterpretado, me gustaría hacer dos observaciones aclaratorias antes de proseguir. En primer, no creo que el enfoque técnico de la economía haya sido poco fructífero; considero que a menudo lo ha sido, y mucho. Hay muchos temas a los que la economía ha sido capaz de proporcionar una mejor comprensión, precisamente, por el uso generalizado del enfoque técnico. Esta contribución ha sido posible pese a haber descuidado el enfoque ético, ya que hay importantes cuestiones de logística económica que exigen atención, y que se pueden abordar, hasta cierto punto, con eficiencia, incluso en el formato limitado de una visión no ética y muy restrictiva de las motivaciones y del comportamiento humanos. Para dar solo un ejemplo, el desarrollo formal de la teoría del equilibrio general, que trata de la producción y del intercambio que suponen las relaciones de mercado, ha puesto de manifiesto, con claridad, interrelaciones fundamentales que requieren un análisis técnico muy elevado(10).
Y posteriormente refuerza su argumento así: Con todo me gustaría señalar que la economía, tal y como ha evolucionado, puede hacerse más productiva prestando una atención mayor y más explícita a las consideraciones éticas que conforman el comportamiento y el juicio humano. No intento desechar lo que se ha logrado o se esta logrando en este momento, sino, claramente, pedir más(11).
Al poner en duda que todas las actuaciones de las personas se hagan sobre la base de una racionalidad egoísta (la búsqueda del propio interés), Sen abre las posibilidades a pensar desde la economía modelos que no estén fundados exclusivamente en el juego de las fuerzas del mercado. En este punto es posible contemplar una importante relación con la reflexión de Rawls acerca de la posibilidad de acordar, a partir de criterios éticos, unas condiciones básicas que garanticen igualdad de oportunidades para todos los miembros de la sociedad. Para Sen pueden existir otras motivaciones que caben dentro de la categoría de la moral, que impulsen a las personas a actuar de una u otra manera y por tanto a participar en los procesos de elección social de acuerdo con valores que no tiene que ver con el mercado.
Esto escribe Sen al respecto: Merece la pena comentar a riesgo de insistir en lo evidente- que negar que las personas se comportan siempre de un modo exclusivamente egoísta no es lo mismo que afirmar que actúan siempre de un modo desinteresado. Seria increíble si el egoísmo no desempeñara un papel bastante importante en muchas decisiones, y de hecho, las transacciones económicas normales se acabarían si el egoísmo no desempeñara un papel fundamental en nuestras elecciones. La cuestión real se encuentra en saber si es una pluralidad de motivaciones o exclusivamente el egoísmo lo que mueve a los seres humanos(12).
En un libro anterior, en esta misma dirección argumentativa Sen había escrito: La sociedad en la que vive una persona, la clase a que pertenece y la relación que tiene con la estructura social y económica de la comunidad son relevantes para la elección de una persona no solo porque afectan a la naturaleza de sus intereses personales, sino también porque influyen sobre su sistema de valores, incluyendo su noción de la debida preocupación por otros miembros de la sociedad. El hombre económico aislado que persigue su propio interés con exclusión de todas las demás consideraciones es un supuesto que permea una gran parte de la economía tradicional, pero no es un modelo particularmente útil para comprender los problemas de la elección social(13).
La perspectiva teórica de Sen permite plantear como consecuencia la necesidad de que se hagan construcciones sociales que tengan en cuenta valores éticos y no solamente los intereses egoístas que se aspira resolver mediante los mecanismos del mercado. La aceptación moral de derechos (especialmente aquellos que se valoran y se apoyan, y no solamente se respetan en tanto que restricciones) puede necesitar desviaciones sistemáticas del comportamiento egoísta. En el comportamiento real, incluso un paso parcial y limitado en esa dirección puede sacudir los cimientos de la teoría económica convencional, dice Sen. He ahí el terreno en que el autor en mención propone que sean resueltos los problemas de equidad.
Vale la pena anotar que en las discusiones teóricas sobre la equidad no hay consensos totales. Así, el propio Sen ha hecho anotaciones criticas importantes al sistema teórico de Rawls, específicamente a su idea de las "condiciones básicas" referida a los llamados "bienes primarios sociales", e introduce la idea de hacer una extensión de la idea de "condiciones básicas", que juzga centrada fetichistamente en la valoración de utilidad de los bienes, a una idea de "capacidades básicas" que tiene en cuenta además de la utilidad de los bienes en si mismos, lo que la gente puede hacer con los bienes. Dice Sen en conferencia del año 1979: "Si la gente fuera fundamentalmente esencial, el índice de bienes primarios podría ser un método bastante bueno para juzgar las ventajas de cada uno. Pero, en realidad, resulta que la gente tiene necesidades muy distintas, que varían con su estado de salud, su longevidad, las condiciones climáticas, el lugar geográfico, las condiciones de trabajo, el temperamento, e incluso el tamaño del cuerpo (que afecta a sus necesidades de comida y ropa). ( ) El juzgar los niveles de ventaja exclusivamente en función de los bienes primarios nos conduce a una moralidad parcialmente ciega"(14).
Los conceptos de creación de condiciones básicas en la sociedad para que todos los individuos puedan desempeñarse con libertad, decididas sobre la base de una fundamentación ética de la justicia social, o la postulación de la necesidad de incorporar diseños sociales en que sean tenidos en cuenta valores que no tienen que ver con el comportamiento egoísta de las personas, han sido incorporados en el pensamiento político como una posible alternativa en las sociedades contemporáneas para superar los grandes problemas de inequidad que el modo de producción capitalista y los modelos políticos neoliberales clásicos reproducen incesantemente.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
1. RAWLS, John. Teoría de la Justicia. Fondo de Cultura Económica. Madrid, 1978. Pag.19.
2. CARVAJAL C., Carlos Alberto. El constructivismo moral y político en la teoría de la justicia de John Rawls. Trabajo de grado para optar al titulo de Maestría en filosofía. Instituto de Filosofía. Universidad de Antioquia. 1996:8.
3. RAWLS, John. Teoría de la Justicia. Pag. 28.
4. CUERVO J., John F. El liberalismo político de John Rawls: otra utopía?. En: Lecturas de Economía. Facultad de Ciencias Económicas Universidad de Antioquia. Vol. 48,Enero-Junio 1998. Pag. 72.
5. RAWLS, John. Teoría de la Justicia. Pag. 23.
6. CUERVO J., John F. El liberalismo político de John Rawls: otra utopía?. Pag. 82.
7. RAWLS, John. Teoría de la Justicia. Pag. 52.
8. RAWLS, John. Liberalismo político. Fondo de Cultura Económica. Primera reimpresión. Santafé de Bogotá, 1996. Pag. 255.
9. Ibid. Pag. 265.
10.SEN, Amartya. Sobre ética y economía. Alianza Editorial S.A. Madrid, 1989.Pag 26.
11. Ibid. Pag 27.
12. Ibid. Pag. 37.
13. SEN, Amartya. Elección colectiva y bienestar social. Alianza Editorial S.A. Madrid, 1976. Pag. 20.
14. SEN, Amartya. ¿ Igualdad de que? . En: Libertad, igualdad y derecho. S.M. MCMURRIN (De.) Editorial Ariel S.A. Barcelona, 1º edición, 1988. Pag. 150.
*Médico. Magister en Salud Pública. Profesor Facultad Nacional de Salud Pública. Universidad de Antioquia. E-mail: alvarocardona66@hotmail.com